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Estamos conectados con nuestro interior, pero también con el exterior, y en los dos tipos de conexiones la empatía juega un papel muy importante. Además, gracias a los adelantos tecnológicos, el mundo exterior con el que podemos interactuar e interaccionar es cada vez más amplio.
Al ser más amplio y los canales de comunicación más extensos pero con menor información, la empatía se vuelve más difícil. Piensa, por ejemplo, lo complicado que puede resultar ser empático con una persona con la que te comunicas mediante mensajes de texto y lo fácil que puede ser conseguir esta empatía con alguien con el que te comunicas cara a cara.
Podemos definir la empatía como la capacidad para entender el estado emocional (emociones y sentimientos) y cognitivo (ideas o pensamientos) de otras personas o de nosotros mismos. Además, este entendimiento es consecuencia de habernos puesto en las circunstancias del otro.
No es un ejercicio fácil ni sencillo y en ocasiones para lograrlo es necesario dejar a un lado los estereotipos o los heurísticos a los que nuestras mentes son tan aficionadas. Además, se trata de un ejercicio complejo, porque el mundo de otra persona o el propio lo es, y requiere una buena parte de nuestros recursos atencionales.
Por otro lado, hay personas y circunstancias que tienen el poder de provocar más empatía que otras. Así, por ejemplo, será más fácil que seamos empáticos con personas que son similares a nosotros o con personas que demanden nuestra ayuda, en el primer caso porque será más fácil ser empáticos y en el segundo caso porque tendremos un buen motivo para hacerlo si que evaluamos su petición como sincera.
Los seres humanos somos en parte el producto de las situaciones que nos moldean desde que nacemos. La indiferencia puede deberse a diferentes factores, entre los cuales podemos enumerar:
Por otro lado, podemos decir que la falta de empatía pasa factura. Nos aleja de los abrazos cálidos y sinceros, el regalo desinteresado, de la sonrisa amiga, de la mano que se extiende sin pedir nada a cambio. La ley del más fuerte impide entender las necesidades de otros, llámese cónyuge, familia, vecino, compañero, amigo.
Los psicólogos atienden diariamente miles de casos cuyo pronóstico mejoraría simplemente con un ejercicio de escucha activa y normalización, para el cual es imprescindible la empatía.
| “Mi libertad termina donde empieza la de los demás” |
Vamos a intentar contestar a esta pregunta haciendo un viaje por diferentes situaciones:
| “Un docente que no sea empático, no podrá solucionar de forma eficaz los conflictos de su clase” |
Como hemos visto, la empatía es una habilidad relacional que sirve precisamente para mejorar relaciones, estrechar lazos y acercar corazones. Además, es muy útil para prevenir una buena parte del sufrimiento moderno, marcado profundamente por la sensación de vacío y soledad que se ha instalado en muchas personas, que gritan pero no se sienten escuchadas, reconocidas y finalmente queridas.