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Escrito por: Carlos Lama Barreto
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Hubo un tiempo atrás en que conocí a un profesional que tenía todo el respeto de la compañía donde trabajaba. Él se desempeñaba en el área comercial y de hecho era el entrenador oficial de toda la fuerza de ventas. Nadie que se incorporara al equipo de ventas podía dejar de pasar por sus manos. Diría yo que era una institución en la organización. Por supuesto, yo tenía que pasar una semana con él entrenándome ya que acababa de incorporarme al equipo de ventas. Fue una semana llena de aprendizaje en temas de proceso de ventas, conocimiento de nuestro portafolio y de la competencia. Una de las partes más interesantes fue salir con él al campo y ver cómo los clientes lo reconocían y respetaban. Yo estaba maravillado de lo que había logrado, sin embargo no entendía algo. ¿Cómo después de tantos años de trabajo no era ya un Gerente o Director Comercial? Nos fuimos entonces a tomar un café para cerrar el día, pero me picaba la curiosidad de preguntarle por qué no había avanzado en su carrera, que lo había impedido. Hasta que por fin me atreví y le hice la pregunta. Su respuesta fue contundente, me dijo: “Carlos, ¡quiero ser feliz y no importante! Yo me pregunté ¿Es acaso esto posible?
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Me contó que ya le habían ofrecido en dos oportunidades ser Gerente y lo había rechazado. Su análisis era muy sencillo: ¿Para qué quiero un puesto de dirección en la compañía si no es para estar estresado y con probables problemas de salud? Es verdad, podría ganar más dinero pero a qué costo, se preguntó. Me dijo que su concepto de éxito era otro: Para ser exitoso es necesario ser feliz primero. Esto significa tener tiempo para estar con su familia, con sus amigos, para hacer lo que quisiera. Es vital para que no te arranquen más tiempo de tu vida. “Soy feliz si puedo ser dueño de la mayor parte de mi tiempo para usarlo en lo que considero realmente importante”. “El dinero es bueno, pero solo para conseguir cosas materiales, lo realmente importante es lo que no se puede tocar con las manos, ni ver con los ojos”. Les confieso que cuando me lo dijo pensé que esta persona era un iluso, que no sabe lo que quiere en la vida. Pobre, perdió las oportunidades de ser importante y ganar más dinero. Hoy 17 años después les tengo que compartir que realmente tenía razón.
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Les alcanzo los aprendizajes a los que llegué en estos años:
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Escuchen con atención a las personas que les pueden trasmitir experiencias, les aseguro que tal vez en ese momento no entiendan lo que les quieren decir, pero el tiempo se encargará de mostrártelo. ¡Suerte!
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Tomado del perfil Linkedin de Carlos Lama Barreto
